"Los cambios cognoscitivos cualitativos y cuantitativos que se dan entre los trece y los dieciocho años, y de manera especial entre los catorce y los dieciseis, y las decisiones de vida que confrontan al adolescente durante esta etapa, hacen de la comunidad del diálogo filosófico un espacio que aborda de manera especial las necesidades de desarrollo de la sensibilidad filosófica del adolescente. La exploración de cuestiones éticas, epistemológicas, metafísicas y estéticas en la etapa de la adolescencia tienen un significado y una trascendencia para el adolescente que no tenían antes y que no tendrán ya de la misma forma para el adulto joven. El impacto de las experiencias vividas entre los catorce y los dieciseis años aproximadamente deja una huella que perdurará por toda la vida. Si las experiencias construidas en este período tienen sentido y relevancia para el adolescente, moldearán la manera en que enfrente los problemas por el resto de su vida.
El uso de la narrativa conteniendo situaciones con las que el adolescente se puede identificar y que considera relevantes y significativas, sirve como trampolín para que se haga preguntas relevantes y significativas para él o ella y las discuta en la comunidad de diálogo. Por esto la comunidad de diálogo es un elemento poderoso para afectar de manera constructiva el desarrollo cognitivo y la capacidad reflexiva... Por su especial importancia en esta etapa de la vida, la comunidad de diálogo se convierte en un espacio que debería estar integrado dentro de las experiencias educativas de formación de todo adolescente." (Echavarría, 2002:201-202)
Referencia bibliográfica y lectura recomendada:
- Echavarría, Eugenio. “El papel de la comunidad de diálogo en la formación de la identidad adolescente”, en: Matthew Lipman: filosofía y educación, Madrid: Ediciones de la Torre, 2002.
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